lunes, 28 de junio de 2010

La revolución que da y quita


Sandra hace 6 meses que vive en Ciudad de La Habana con su padre. Tiene 24 años y es maestra emergente de primaria. Trabajaba en su ciudad natal, Holguín; pero dejo la educación porque el salario no le alcanzaba. Ahora vende pastelitos en los portales de la Calle Monte.

Sandra estaba ahorrando para comprarse una casita. Pero la policía la atrapo cuando vendía dulces. Le pusieron una multa por especulación. , Luego, la montaron en un tren de regreso a su provincia, por residir en la capital sin habérsele reconocido eses derecho. Fue víctima de la aplicación del Decreto-Ley 217 de 22 de abril de 1997, que establece las “Regulaciones Migratorias Internas para la Ciudad de La Habana“.

La disposición restringe la libertada de movimiento de los cubanos; proveniente de otros territorios del país. Impide que residan, domicilien o convivan, con carácter permanente y sin autorización, en la capital. La norma también se la aplica a los ciudadanos, provenientes de otros municipios de la capital, que se domicilien en una vivienda ubicada en los La Habana Vieja, Centro Habana, Cerro y Diez de octubre, sin la correspondiente licencia.

Sandra tiene que pedir permiso al Presidente del Consejo de Administración Municipal para vivir en la capital. Antes debe acreditar ante la Dirección Municipal de la Vivienda el consentimiento expreso de su padre, como propietario de la casa. Necesita, además, un documento expedido por la de la Dirección Municipal de Arquitectura y Urbanismo, que certifique que la vivienda cumple las condiciones mínimas de habitabilidad, y que cada conviviente tiene 10 metros cuadrados de superficie techada.

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